5º DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA
Los pámpanos se mueren sin su vid. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. ¿Cuántas veces te has dejado tentar y vencer por el deseo de quedar bien ante terceros, aún sabiendo que lo que haces o dices es total o parcialmente falso? ¿Acaso no has engañado a algunos hombres fingiendo ser o realizar algo que realmente no eres o no haces? Tu vida caduca, fruto del pecado que habita en ti, no se funda en el amor hacia Dios, sino en el amor hacia ti mismo. El viejo Adán quiere ser glorificado ante los hombres. Es tu tendencia innata desde la Caída. El Señor te dice “el que se humilla será enaltecido y el que se enaltece, humillado” pero su Palabra no termina de modificar la conducta de los hombres, empecinados en gloriarse. El Señor te dice “busca el reino de Dios y todo lo demás se te añadirá” pero su Palabra no es tenida por suficiente cuando confías más en tus riquezas que en la Provi