TERCER DOMINGO DE ADVIENTO
La humildad del pollino. Evangelio: Mateo 21:1-7 Diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará. P arecía un día ordinario cercano a la Pascua en Betfagé, pequeña villa situada frente a Jerusalén hacia el este, tras el monte de los Olivos. En cambio, lo que pasaría a continuación marcaría la historia de la humanidad. Cristo había regresado a Jerusalén, esta vez para cumplir definitivamente el objetivo por el que se encarnó en Belén. Prepárate, Sión, tu Rey se aproxima. Las multitudes al oír la noticia se apresuraron a acudir al cortejo de su nuevo profeta. Ríos de masas se amontonaban en la vía que conducía a Jerusalén, esperando ver, tocar, sentir u oír, a ese profeta famoso de Nazaret que iba a restaurar la grandeza política de un Reino, el de Israel, venido a menos desde tiempo atrás. Muchos de los