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Mostrando entradas de febrero, 2023

DOMINGO DE QUINCUAGESIMA

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Marcos 1: 35-44 Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio. ¿Has orado alguna vez exigiéndole a Dios por algún deseo o necesidad? ¿Se te ha pasado alguna vez por la cabeza que Dios debe escuchar tu ruego y hacerlo realidad como y cuando quieras? ¿Qué te mueve a la oración, el orgullo o la humildad? La lepra es una enfermedad terrible. Implica no solo dolores físicos, sino extrema marginación social. Según la ley de Moisés, los leprosos debían abandonar las ciudades y aldeas. Nadie podía hablar con ellos o tocarlos. Llevaban una vida miserable, de dolor, rechazo, hambre y suciedad. El leproso del Evangelio de hoy sufría y mucho. Sin embargo, su enfermedad le había convertido en una persona humilde, dispuesta a humillarse con tal de sanarse. Él encontró el

DOMINGO DE SEXAGÉSIMA

Evangelio Mateo 7: 12-21 Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; 14 porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan “Jesús era un gran hombre pero yo no creo en sus milagros o en su resurrección corporal. ¿Cómo puedes creer en Dios si eres alguien inteligente? La religión es un mito para calmar conciencias débiles”. Seguramente alguna vez en tus años de vida hayas tenido que soportar tales acusaciones o preguntas capciosas y malévolas contra tu fe. La mente humana, corrompida por el pecado, solo entiende lo que sus limitados sentidos pueden captar. Lo fácil es la norma. El corazón egoísta del hombre solo ama lo que le puede beneficiar o lo que le puede dar placer. Esta filosofía llevada al mundo decadente moderno ya la preconizaban personajes como Federico Nietzsche hace un siglo. Todo ello es inherente a nuestra naturaleza caída

DOMINGO DE SEPTUAGÉSIMA

Epístola: Romanos 12: 1-16. El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. ¿Quién no ha querido destacar con su supuesta sabiduría frente a otros? ¿Quien no ha tratado de manera altiva a un hermano en la iglesia, quizás por su condición social, por su reciente conversión o por sus escasas lecturas? A veces pensamos que los problemas de soberbia y altivez son típicos de nuestros tiempos modernos donde tenemos acceso a tantos recursos que ello nos hace orgullosos. Quizás pensemos que los cristianos primitivos eran seres de luz, fieles todos al Dios único, que se amaban sin limites entre ellos. Me temo que no fue así. San Pablo en sus diversas cartas dirigidas a las comunidades cristianas del Mediterráneo ya alertaba contra el abuso de poder, contra el autoritarismo y contra la arrogancia. Yo me imagino a