10º DOMINGO DE COTIDIANO
Marcos 10: 46-52 Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino. Tú eres ciego. Jesús es la luz. En tu vida de cierto que te has sentido perdido en más de una ocasión; no veías el final de un suceso terrible; no entendías la causa de tanto tormento; eras incapaz de pensar u obrar en positivo y por mucho que te esforzaras diariamente siempre caías en la misma piedra. Quiero decirte, hermano, que tu carne te hace ciego. La ceguera que sufres no es material, sino espiritual, de amor. Es una ceguera tan grave que no se cura per se. Necesita un sanador. Sabes en el fondo de tu corazón que debes reconocer que solamente si crees y te convences de la tiniebla que te oscurece tu corazón, puedes ser iluminado tal y como el ciego del Evangelio que estaba al borde del camino, suplicando por ver. No es casual que el ciego estuviera junto al camino aquel día. Tú también estás al borde de ese camino día tras día. ¡Ese camino, gracias